El Athletic se llevó el derbi vasco con un sufrimiento que no debió padecer, porque dominó de cabo a rabo, pero se dejó ir en los minutos finales y concedió un gol a la Real Sociedad que apretó el marcador y llevó la angustia a la grada, volcada en todo momento con su equipo. El equipo rojiblanco se asienta en la zona noble después de una racha de partidos que solo los más veteranos recuerdan. Lo mejor, sin embargo, fue que, tras 90 minutos a cara de perro, con alguna tángana, como añoraba Imanol el entrenador realista, todos los futbolistas se despidieron con abrazos, mientras las dos aficiones se desplegaban por Pozas para festejar o lamentarse al unísono. Sin problemas de ningún tipo.
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Unai Simón, Lekue, Daniel Vivian, Aitor Paredes, Yuri, Ruiz de Galarreta (Ander Herrera, min. 70), Berenguer (Muniain, min. 84), Vesga, O. Sancet (Unai Gómez, min. 70), Nico Williams (Malcom Adu, min. 84) y Guruzeta (Villalibre, min. 73)
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Unai Marrero, Le Normand, Tierney (Aihen Muñoz, min. 80), Zubeldia, Álvaro Odriozola (Elustondo, min. 19), Brais (Jon Ander Olasagasti, min. 80), Merino, Arsen Zakharyan, Martín Zubimendi, Barrenetxea (Jon Magunacelaya, min. 62) y Oyarzabal
Goles 1-0 min. 29: Berenguer. 2-0 min. 42: Berenguer. 2-1 min. 87: Oyarzabal.
Árbitro José Luis Munuera Montero
Tarjetas amarillas Barrenetxea (min. 60), Merino (min. 90) y Elustondo (min. 92)
Con un ambiente espectacular, y solo 69 espectadores menos que en el récord de asistencia a San Mamés, que se produjo en la semifinal de Copa de la temporada pasada ante Osasuna, se disputó un derbi en San Mamés con muchas cosas en juego con dos equipos que aspiran a Europa. La victoria bilbaína alejaba a la Real a nueve puntos; su derrota la acercaba a tres, pero, además, los dos equipos se juegan siempre algo más intangible, que solo los aficionados de uno u otro equipo pueden experimentar, y que se dirime año tras año, en la Catedral o en Anoeta, el orgullo de pertenencia.
Después de los nervios del comienzo, de imprecisiones varias, en las que cayeron los dos equipos, el Athletic le fue cogiendo el tono al partido, mientras la Real renqueaba un tanto, y pisaba poco el área rojiblanca. Sin embargo, los bilbaínos tampoco acertaban al entrar al área de Marrero. Únicamente en una falta sacada por Berenguer, el hombre que ocupa la plaza de Iñaki Williams, se acercó con peligro el equipo de casa, pero el remate de cabeza de Vesga se fue alto.
El peligro del Athletic tenía que llegar obligatoriamente por las bandas, y lo hizo por la izquierda. Después de una carrera con Nico Williams, Odriozola sintió un pinchazo y tuvo que retirarse del campo. A su reemplazo, Aritz, le hicieron un roto los dos rojiblancos ocupantes de esa zona. Fue en una combinación fulgurante, a toda velocidad, con gran precisión, que comenzó en el medio campo, pasó por Nico y alcanzó a Yuri, que llegó a la línea de fondo y miró atrás. Su centro paralelo pasó entre las piernas de Marrero y lo empujó Berenguer casi en la línea de gol.
La grada estalló con el gol del Athletic, que se animó todavía más frente a una Real Sociedad que apenas acertaba a dar tres pases seguidos en el medio campo, donde la presión rojiblanca era feroz, con Ruiz de Galarreta hecho un coloso en la recuperación. Sus acercamientos a la portería de Unai Simón eran esporádicos, deslavazados, mientras su rival procuraba darle velocidad al juego y evitaba salir con el balón desde atrás cuando la Real apretaba. Unai lanzaba en largo, y su equipo ganaba disputas aéreas que le otorgaban segundas oportunidades.
El Athletic buscaba el segundo con más convicción que la Real el empate, y llegó en un lanzamiento al espacio de Sancet, buscando a Nico Williams, esta vez por la derecha. El delantero rojiblanco ingresó en el área, buscó a Guruzeta, cuyo disparo bloqueó Zubeldia, pero el rechace le llegó otra vez al oportuno Berenguer, que colocó un disparo suave, lejos de Marrero. El descanso estaba cerca, e Imanol tenía mucho trabajo que hacer en la caseta para levantar los ánimos de su tropa.
Pero no sucedió. El Athletic siguió al mando, aunque un poco más prudente tras salir del vestuario. Tenía la pelota y procuraba no soltarla; los esfuerzos realistas por hacerse con ella eran en vano. Solo con los cambios se refrescó el equipo donostiarra y pasó a dominar un poco más e intentarlo más por las bandas que por dentro, donde Brais y Merino trabajaban, pero no encontraban recompensa.
Tal vez la lesión de Galarreta les aclaró un poco más las cosas, y a la desesperada, que era la única forma, empujaron al Athletic hasta su campo, aunque Unai Simón apenas tuvo que intervenir. De hecho, solo lo hizo para sacar el balón de la red en el minuto 87, cuando en un balón que fue de lado a lado, el centro lateral golpeó, casi involuntariamente, en el pecho de Oyarzabal y estrechó las diferencias en el marcador. Pero ya era muy tarde.
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