Bajo la dirección de Diego Pablo Simeone, el Atlético nunca se presentó en el estadio del Barcelona con la etiqueta de proponer un juego tan atractivo como el que ha practicado en este primer tercio de la temporada. Pocas veces, su equipo ha rendido visita a los azulgrana con la sensación de poder ejercer superioridad en el juego. En 16 visitas y en la mayoría de ellas con fórmulas más conservadoras que la actual, el preparador argentino nunca ganó (nueve derrotas y siete empates) al Barça a domicilio.
Sin embargo, este es el Atlético más ofensivo y goleador de la era Simeone y con ese cartel se presenta este domingo en Montjuïc (21.00, Movistar LaLiga). “Jugamos contra un rival que luchará hasta el final para ganar LaLiga, porque su historia lo exige. Nos encontraremos un equipo duro, difícil. Desde que llegué al Atlético siempre nos costó jugar contra ellos. Todavía no nos ha tocado ganar nunca en ese lugar”, admitió ayer el técnico rojiblanco. Los dos empates a uno de 2014 son sus mejores recuerdos. El primero le sirvió para encauzar el pase a las semifinales de la Liga de Campeones y el segundo, un mes más tarde, para darle el título de Liga.
En el partido de este domingo, como en el del Feyenoord disputado en Rótterdam el pasado martes, tienen trascendencia los puntos, pero también si el Atlético será capaz de mantener ese molde más atrevido ante el rival que más le ha negado la pelota fuera de casa. Con Simeone al mando, sus futbolistas nunca superaron el 50% de posesión en sus visitas al Camp Nou. En la mitad de ellos, no llegaron ni al 30%. Superar la presión del Barcelona en su estadio ha sido una asignatura pendiente del libreto cholista. “Intentaremos llevar el partido donde creemos que les podemos hacer daño y seguir la línea en la que estamos”, advirtió el técnico. Mantener el trazo de la propuesta actual supone arriesgar en la salida del balón desde atrás, con Oblak como activo participante. Simeone opina que el temple que ahora pueda tener su equipo para construir el juego desde su propia área tiene que ver con la seguridad en los primeros pases que puedan ofrecer Oblak, los tres centrales (Witsel, Giménez y Hermoso) y Koke y De Paul.
“Todos los entrenadores en la previa imaginamos el partido ideal para nuestros equipos. El tema es que hay un rival enfrente y vamos a ver si nos permite hacer lo que imaginamos”, respondió ayer cuando le preguntaron si el Atlético puede competir esta noche al Barcelona con la posesión del balón y con el control del juego. Por si no pudiera, Simeone parece dispuesto a alinear a Saúl para que ejerza de peluquero peinando los balones largos. Las pruebas que ha realizado en los días previos dan al volante madrileño la titularidad.
El Cholo aspira a que su equipo sea capaz de interpretar y jugar cualquier clase de partido que le permita ganar. Mutó hace dos temporadas hacia un juego más ofensivo cuando entendió que sus propuestas más defensivas ya no le daban para ganar porque el perfil medio del plantel había cambiado. Pero nunca perderá de vista el recetario que tantos éxitos le dio. Ya sea en un partido como el de este domingo o en los que haga falta. Mientras gane, mantendrá la atractiva idea de juego con la que transita por este curso.
Dardo a João Félix
Al Atlético ya no se le cuestiona si tiene callo para pelear por los títulos porque los ha ganado. Donde genera dudas es si es capaz de mantener ese fútbol tan tocado desde su propia área ante rivales como el Barcelona. Simeone se presenta en Montjuïc bajo la perspectiva de ese fútbol más elaborado bajo la batuta de Antoine Griezmann. El liderazgo del francés también es una reivindicación frente al cisma que le supusieron con la dirigencia del club sus desavenencias con João Félix. Griezmann representa para Simeone todo lo que el atacante portugués no pudo o no supo plasmar bajo su dirección. A uno lo considera su obra perfecta como entrenador de un jugador de talento. Le inculcó el sacrificio que demanda y le convirtió en un futbolista concreto y eficaz. A João le considera un gran talento irregular que interpuso sus prioridades a las del colectivo.
Ayer, de primeras, Simeone no quiso formar parte del cruce de declaraciones en el que se enzarzaron el galo y el luso a cuenta de quién fue el culpable del fracaso de este último. “No hablo de jugadores que no están en mi equipo”, zanjó el entrenador argentino. Sin embargo, sin decir su nombre, luego se puso del lado de Griezmann. “Un partido es un partido. Lo importante es la continuidad, el sostener un trabajo, el tener una historia detrás y creo que eso es lo que cuenta. Un partido lo pueden jugar bien todos”, deslizó. La andanada al portugués fue palmaria. Ni más ni menos enumeró todo aquello que echó en falta de João Félix. De paso, también se protegió contra las posibles críticas que pueda recibir si la inversión más cara de la historia del Atlético (126 millones de euros) firma un gran partido ante sus excompañeros.
La presencia de Saúl como volante por la derecha también puede tener que ver con la guerra de guerrillas desatada contra el portugués. Este fue uno de los futbolistas del vestuario que tuvo un comportamiento más cuartelario con João Félix en sus primeros meses en el Atlético. Le reprochó que asumiera la responsabilidad de un penalti en un encuentro ante el Lokomotiv de Moscú. Si lo alinea, Simeone sabe que hay habrá otra batalla a ganar.
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