Pedro Nuno Santos no era el sustituto que António Costa deseaba al frente de su partido, al menos hasta hace mes y medio, pero es el que han votado 24.080 militantes del Partido Socialista portugués, el 62% de los participantes en las primarias internas celebradas entre viernes y sábado. Y representa un recambio generacional: él será el primer líder del partido nacido después de la Revolución de los Claveles de 1974. Su principal adversario, el ministro del Interior, José Luís Carneiro, obtuvo el 36%, mientras que Daniel Adrião, líder de la corriente minoritaria Democracia Plena, solo logró un 1%. Fueron unas elecciones internas de guante blanco y sin debate entre candidatos (rechazado por el favorito), con algunas críticas que nunca alcanzaron la virulencia que se había vivido cuando el propio Costa disputó hace nueve años el liderazgo al entonces secretario general del PS, António José Seguro. Al clima de respeto contribuyeron las circunstancias. Entonces Costa había decidido asaltar los cielos del aparato tras unas elecciones europeas que habían ganado los socialistas. Unas primarias, abiertas en aquella ocasión a los simpatizantes, sobre el barro.
Esta vez el partido ha ido a una campaña interna bajo la conmoción de la dimisión de su indiscutido líder y primer ministro, forzado tras un caso judicial que acabó con la detención de su jefe de gabinete, Vítor Escária, y su amigo, el abogado Diogo Lacerda Machado. Un desenlace imposible de prever cuando el PS ganó las elecciones en enero de 2022 con mayoría absoluta. A pesar de los errores encadenados durante el primer año que desembocaron en 14 dimisiones de ministros y secretarios de Estado, la estabilidad en el Gobierno y en el partido parecían garantizadas hasta 2026. La renuncia en noviembre de Costa —quien ejercerá como primer ministro en funciones hasta las legislativas del próximo marzo— para preservar la dignidad del cargo tras saberse que el Tribunal Supremo investiga su papel en varios proyectos energéticos donde hay indicios de tráfico de influencias ha causado una crisis sin precedentes, que llevó al presidente de la República a convocar elecciones anticipadas.
El único preparado para la carrera
Pedro Nuno Santos (São João da Madeira, 46 años), ex ministro de Infraestructuras y Vivienda hasta diciembre de 2022, era el único preparado para la carrera. Llevaba años sin esconder su ambición de aspirar al liderazgo socialista, aunque sin verbalizarlo en público. De todos los nombres que entraban en las quinielas de su sucesión, era probablemente el que menos deseaba António Costa, que le sometió en el verano de 2022 a la mayor humillación pública que ha impuesto a un miembro de su Gabinete, cuando revocó la resolución que el ministro había tomado sobre la localización del nuevo aeropuerto de Lisboa, un asunto atascado desde hace 54 años.
Mientras que aguantó contra viento y marea a João Galamba, también investigado en la Operación Influencer, al frente del Ministerio de Infraestructuras a pesar de hechos que dañaron gravemente la reputación institucional, Costa había aceptado meses antes la dimisión de Pedro Nuno Santos por pagar una indemnización de medio millón de euros a una administradora de la aerolínea estatal TAP. Además, la única comisión de investigación parlamentaria a la que el grupo socialista dio luz verde en esta corta legislatura perseguía escudriñar la gestión pública de la compañía aérea y, por tanto, tenía a Santos como principal objetivo político como ministro del ramo.
La comisión, sin embargo, derivó en el hundimiento de la figura de Galamba, que provocó una crisis que implicó a los servicios de información y que desató hechos asombrosos en el ministerio, y en la rehabilitación pública del ex ministro, que pidió perdón por su error al autorizar la indemnización ilegal. Sus siete horas de declaración en la comisión fueron, sin duda, el primer acto de una campaña electoral que todavía no tenía fecha y que concluyó al filo de la medianoche del sábado.
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En su discurso en la sede socialista del Largo do Rato, en Lisboa, Pedro Nuno Santos tendió la mano a su principal rival, José Luís Carneiro, y destacó la cohesión interna como un valor tradicional de la formación. “No toda la gente comprende esta capacidad que tiene el PS de unirse. No es por casualidad que hasta ahora solo hemos tenido nueve secretarios generales. Nuestro adversario [Partido Social Demócrata, PSD] ha tenido 19″, señaló. “Es obvio que queremos en la campaña a António Costa y a José Luís Carneiro”, subrayó. “El Partido Socialista tiene que ser abierto, plural y democrático, capaz de dialogar con toda la sociedad portuguesa”, declaró Carneiro en su intervención en el mismo escenario donde un poco más tarde hablaría Santos.
Carneiro, que tuvo que improvisar la campaña en apenas un mes, se mostró satisfecho con el resultado. Avalado por algunos barones del partido como el actual presidente de la Asamblea de la República, Augusto Santos Silva, su proyecto respondía a la línea centrista del partido, frente a la visión más izquierdista de Pedro Nuno Santos, uno de los artífices del éxito de la geringonça [acuerdo parlamentario de izquierda entre PS, Bloco de Esquerda y Partido Comunista] en la primera legislatura de Costa.
Las elecciones del 10 de marzo
Nadie duda de que a partir de ahora la maquinaria socialista trabajará de la mano para intentar ganar las elecciones legislativas del próximo 10 de marzo. Este domingo António Costa y Pedro Nuno Santos realizaron un informal traspaso en la sede del partido y conversaron hora y media. Al finalizar Costa rehusó desvelar a quién había votado en las primarias y elogió la “nueva energía e impulso” de su sucesor.
Todavía con el mazazo de haber perdido la segunda mayoría absoluta de su historia, el PS afronta una campaña más desfavorable que la de 2022. Aunque tampoco entonces las encuestas le vaticinaban la felicidad que luego le dieron las urnas. La situación entre PS y PSD (centroderecha) eran de empate en los sondeos, que no previeron en ningún momento una mayoría absoluta. El temor a la entrada en un Gobierno del PSD de la extrema derecha de Chega fue uno de los factores que aglutinó el voto alrededor de los socialistas, que además tuvieron éxito a la hora de culpar a sus antiguos socios parlamentarios de la izquierda, Bloco de Esquerda y Partido Comunista, de la crisis que condujo al anticipo electoral.
A principios de enero los socialistas celebrarán el congreso que proclamará la elección del candidato, pero las primarias de este fin de semana ya han esclarecido que el duelo entre aspirantes al cargo de primer ministro será un asunto entre Luís Montenegro, líder del PSD, y Pedro Nuno Santos.
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